miércoles, 22 de febrero de 2017

Ahmedabad, About Gandhi and Muslim heritage


We left Udaipur, sadly enough in a 4 hour bus instead of the 12 hour narrow gauge train which I would have loved, but a bit short on time to get to Mumbai. I must admit i was impressed by the quality and service of the bus but it won't change my mind. We then arrived in Ahmedabad, capital of Gujarat, off the tourist path and suddenly treated more gently, generous and fair by all locals alike. Ahmedabad has a wealth of ancient Islamic architecture and urbanization with an important Muslim population that still worships in century old mosques. As I would read later, the city was also the scene of one of Indian's contemporary history's worst pogroms when the Hindu nationalists butchered and burned around 3000 Muslims as recent as 1991, leaving many more roofless and destroyed , while police stood by. The responsables  of the violence which was politically motivated and supported (the killers had electoral lists with names and addresses of the Muslim population) have never been properly tried and convicted and counts among them the then Gujarat governor and now president, Narendra Modi. For me Ahmedabad was a representation of the ancient orient though and I marveled at the tombs, the bazaars and the mosques. We also came to the breaking point in going local with the food (as in Indonesia with the meatballs) after having been very cautious for a few days slowly but prudently trying new food, we dived in head first in a small local tandoori restaurant in the Muslim neighborhood, where we had chicken and naan from a searing hot wood fired tandoor or clay oven.


Después de nuestra visita a la ciudad romántica de India (Udaipur), tomamos un bus con destino a Ahmedabad. Fueron 4 horas de camino, en las que atravesamos pueblos muy pobres, pude observar construcciones muy rudimentarias, gente en las calles, sentados y durmiendo al lado de la ruta. El camino era pavimentado pero algunas veces se convertía en un camino de tierra que levantaba polvo a nuestro paso. Gente buscando algo que pudiera servir entre la basura, gente bañándose con baldes al lado de la ruta, gente lavando ropa en la calle obteniendo agua de pozos comunes, de pronto el tránsito se vuelve más lento, miro por mi ventana y veo unos cuantos camellos cargados con monturas y telas de colores que andaban por el carril del costado. 
Llegamos a Ahmedabad pasado el medio día, tomamos el típico tuk tuk para que nos acercara a nuestro hotel, nos vimos en medio de un embudo en el tráfico, entre motos, autos, bicicletas y otros tuk tuk, luchando todos por esquivarse entre sí y ganar unos metros en el carril. 
Llegamos a nuestro hospedaje, desempacamos y fuimos a conocer el Ashram de Gandhi, casa donde Gandhi vivió por más de 11 años, albergó a muchos seguidores y dio techo y comida a muchos indigentes y Dalit (los de la casta más baja, los que nadie defiende y nadie da ni un centavo por ellos). Gandhi además de luchar por la independencia de India, promovía la igualdad y pedía la eliminación de ese sistema de castas en el que los Dalit son los más marginados y castigados socialmente. 
Actualmente el Ashram es un museo, en el que puedes recorrer los jardines, pasillos, habitaciones donde dormía Gandhi, habitaciones de sus invitados y patios interiores. 



The absolute down point of the Ahmedabad experience was a visit with Belen to the local hospital for severe abdominal pain and fearing something like an appendicitis. While the hospital was OK, not topnotch, and the service absolutely outstanding (we were assigned a translator and steward) and the result turned out to be nothing severe, probably a stretched or torn abdominal muscle, getting to a hospital in a faraway country is always a bit of a traumatic experience. Especially the decision making process whether to go or not, full of fears and uncertainties, and then walking into this strange and not very joyful environment is quite cumbersome. Relieved that nothing serious was going on and after a long morning in the hospital, we decided for a fancy lunch of Gujarat cuisine in the local heritage hotel. The difference between regular day to day "staple" food in the popular street restaurants and these slightly more upscale restaurants, which we only enter if attended by a decent crowd of more affluent locals, is that the food instead of very tasteful but strongly flavored is an exquisite balance of the most delicate flavors and fragrances, subtle and rounded  and capturing both the exoticism as the finesse of the orient in a mouthful. In short, the best Indian lunch we had had so far.



Al salir del Ashram, nos vimos en un paradero de buses donde no era muy claro que bus tomar para regresar a la zona de nuestro hospedaje. Frente al paradero aparece un grupo de perros enfurecidos, ladrando especialmente hacia un perro que iba caminando en medio de los dos carriles de la calle. El perro era flaco, sin pelos en algunas partes del cuerpo, heridas, caminaba como cojeando de una pata, e iba botando espuma blanca por el hocico. Era un perro con rabia claramente, y los otros perros lo estaban espantando. Yo rápidamente busque hacia dónde debía correr en caso el perro cruzara la calle hacia nosotros, pero eso no sucedió ya que antes de que el perro se acerque, nos vimos sentados en un tuk tuk con un muchacho que se ofreció a llevarnos a la zona donde estábamos quedándonos ya que según el, le quedaba camino a donde él debía ir. Una vez ya montados en el tuk tuk nos dimos cuenta que el chico tenía que ir en otra dirección y que solo estaba en ese tuk tuk para llevarnos a nuestro hospedaje, quizá vio  nuestra cara de susto al ver el perro rabioso (que de verdad daba miedo) o quizá nos vio preocupados preguntando en el paradero por el bus que debíamos tomar... Y se apiadó de nosotros. Llegamos al lugar donde quedaba nuestro hospedaje, no dejo que paguemos la carrera y nos pidió que cualquier cosa que necesitemos lo contactemos. Nosotros le agradecimos el buen gesto y nos dirigimos a caminar por un bazar donde vendían de todo, y luego terminamos en una zona de musulmanes donde nos sentamos en un restaurante a comer pollo y panes al tandor (es un horno de barro, típico en la India). 


We spent our afternoon resting and wandering through the old quarter and to the mosques that dot this part of town. Most temples, whatever their religion, invoke something of peace, quietness, contemplation and reflection, but my favorites are the mosques where the usual open and airy design, the vast open clean floors and the water basins create an oasis where one (often) as a non Muslim can come and pass time to think, to read, to relax or to sleep, and so we spent a few hours watching children fly their kites, elderly people nap and chat and the locals coming in and washing their feet and face for Friday prayers. In the evening, I visited a lively night market to witness the closing of the gates. While the Mughals were ruling in this part of India and the city was flourishing, every night the gates to the safety of the walled city would be closed. If one was out of the city, farming, hunting, or whatever and the gates closed a long night full of uncertainties would wait and as such the closing of the gates was announced by the beating of the drums. This profession has been passed over from father to son for many generations and I sat down in the small quarters above the gate to see them preparing their drums and drumsticks while sipping tea. Once they started I wandered down through the back alleys and sat down next to one of the tombs of an ancient Mughal ruler and listened to the drums. I closed my eyes and imagined how the rush around the gates must have looked like, what it would feel like to punch my heels in my horse urging it to speed up to the city or what it would feel like when the drumming ceased and you knew you were in for a long, lonesome and uncertain night outside of the gates. It was one of these beautiful moments where the right conditions and the power of the mind coincide with Einsteins relativity of time and transport you to the ancient empires.


Como ya he mencionado en blog anteriores, mientras viajas pasas todo tipo de experiencia... Pasas por circunstancias de plena felicidad, pero también pasas por momentos en los que tienes que enfrentar temores (y aprender a superarlos), momentos incómodos, momentos de incertidumbre... Etc, y al final el conjunto de todos estos momentos le dan el sentido a tu viaje. Una de las preocupaciones que la mayoría de gente tiene esta relacionado al tema de la salud. Y nosotros la verdad es que hemos gozado de salud, por ahí una que otra gripe, infección del estomago, pero nada grave. En Ahmedabad, después de comer en la zona musulmán nuestro pollo y panes al tandor, empecé con un dolor leve en la zona abdominal, justo debajo de mi costilla derecha. El dolor fue incrementando durante la noche, al punto de que a la mañana siguiente sentía un punzón al respirar, y ni qué decir cuando quería caminar, no podía ni pararme, me dolía muchísimo. Con Johan nos preocupamos de que pudiese tratarse de una apendicitis o algo complicado, por lo que salimos, paramos un tuk tuk y fuimos directo al hospital. Ni que decirles del viaje en el tuk tuk con todos los baches, yo me retorcía de dolor con cada salto que dábamos. Llegamos al hospital donde había gente por todos lados, en los pasillos camillas con gente durmiendo, otras camillas con heridos esperando ser trasladados a una habitación. Al ser extranjeros nos pusieron un traductor y acompañante que estuvo con nosotros todo el tiempo que permanecimos en el hospital. El doctor al revisarme, me presiona la zona adolorida, y claramente yo pegue un grito de dolor que hice saltar d susto al doctor, y me envió a sacar ecografias y análisis de sangre, además de pedir que me pongan una inyección para calmar el dolor. De pronto me vi sentada en una silla de ruedas, Johan a un lado, el traductor al otro lado y un enfermero que me llevaba a la sala de "emergencias". Atravesamos los pasillos, todos los enfermos y accidentados fijaban su vista en mi. Se abren las puertas de la sala de emergencias donde estaban interviniendo a personas accidentadas, reviviendo a un anciano totalmente ensangrentado, todos en una sala común, una cama al lado de la otra sin ninguna separación. Mis nervios empezaron a incrementarse cuando veo que todos los doctores (alrededor de 20 y todos hombres, solo 2 mujeres eran enfermeras) fijan sus ojos en la extranjera que acababa de ingresar con cara de dolor y tocándose el abdomen (es decir, a mí). Todos empiezan a hablar en Hindi, a ponerse guantes nuevos, a sacar agujas y jeringas a preparar remedios... Yo rompí en llanto. No quería que nadie me toque, y menos al ver a tanto hombre junto mirándome fijamente. Con lágrimas en los ojos pedí a Johan que no se vaya y miraba a las enfermeras como para que se queden a mi lado... Una de ellas me sonrió, y se puso a mi lado, fue quien me saco las muestras de sangre, me puso la medicina intravenosa, y tomo mis datos. Al final, de todos los exámenes los resultados dieron negativos a una apendicitis y se trataba sólo de un estiramiento muscular en la zona del abdomen, producto quizás del estrés al inicio del viaje por India, o quizá el peso de la mochila, o algún movimiento o esfuerzo que hice y me lesioné el músculo lateral. Pastillas y descanso fue la orden del doctor. 



One of the many great things in India is that train stations have rooms which, provided you have a ticket, you can book in order to sleep during a long wait, have a shower or spend the night before an excruciatingly early train and so we found ourselves settling in the microcosmos of the Ahmedabad train station for a bed and a plate of food. Lulled asleep by the metal to metal clicking of incoming and outgoing trains, and occasionally woken up by the blaze of a horn, we got a few hours of sleep before boarding an early morning train towards Mumbai where apart from a buzzing metropolis a good friend would be waiting for us.


Después de salir del hospital, nos dirigimos a comer algo a un restaurante un poco más caro de lo que usualmente frecuentamos, pero queríamos ir a un lugar donde poder relajarnos después de haber pasado esas horas de estrés en el hospital. La comida estuvo demasiado buena, la palabra deliciosa queda corta. Luego visitamos algunas mezquitas, nos sentamos a ver la gente pasar, niños correr por los patios interiores, mujeres sentadas en los espacios abiertos rezando el Quran, y nosotros un par de intrusos ahí sentados observando a nuestro alrededor y disfrutando de un poco de paz. Es curioso, pero de todos los lugares religiosos (me refiero a templos donde la gente va a rezar) en los que encuentro más tranquilidad y paz es en las mezquitas. Los templos Hindu a veces son muy recargados y coloridos y la gente está haciendo siempre rituales y cantando y hablando... No es fácil sentir calma y paz. En los templo budista por lo general en los alrededores están las habitaciones de los Monge y ellos a su vez paseándose, en el interior imágenes y estatuas del Buda, todo adornado en rojo y dorado, bastante llamativo! En las iglesias cristianas / católicas también encuentro que algunas son bastante pomposas y recargadas, no necesitamos tanto lujo para rezar. En cambio las mezquitas, son espacios abiertos, pasillos en los que la gente puede sentarse cómodamente en el piso a descansar, leer, dormir si quieres y nadie te va decir nada... Claro, al momento de rezar, hombres y mujeres lo hacen en espacios separados, pero el ambiente es más simple, sencillo, agradable igual. Ahmedabad, sin duda me dejo memorias que nunca olvidaré, y también me hizo reflexionar, valore mucho más haber gozado de salud todo este tiempo, agradecí haber contado con los recursos para poder acudir a un doctor cuando en la vida me enferme (aquí en India para muchas personas eso es imposible), agradecí por todos los cuidados que mi papa me dio en el transcurso de la vida mientras viví con el (en Ahmedabad, vi mucha gente en la calle que literalmente... No poseían nada más que una frazada y unos cartones que usaban como colchón).
A veces nos quejamos de las cosas que tenemos, y no las sabemos valorar hasta que ves a otros que sobreviven el día a día,  luchan constantemente por tener un espacio donde dormir en la calle y buscan restos de comida entre la basura para tener algo que llevarse a la boca. 





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